sábado, 3 de junio de 2017

HISTORIA DE UNA FLAUTA (Segunda parte)

Yo era solo una caña vacía pero el pastor se enamoró de mi vaciamiento, y al llevarme a su boca, abierta ya a su espíritu, su aliento llenó mi estéril oquedad de soplo de vida, de fuego, de música y armonía, de vibraciones sonoras y melodías al ritmo de sus dedos y a sus caricias.


Yo era sólo una pobre caña, pero, puesta en las manos del pastor, soñaba en sus sueños, modelada a su aire y su estilo, con el beso de sus labios y su aliento, movida al ritmo de sus dedos, soy toda música, soy ya una flauta, su flauta, la que lleva en el zurrón todos los días junto al pan y el vino de merienda, la flauta de su música que ya conocen las ovejas y les guía en el camino.
La flauta que llena de melodías los campos y las tardes, de alegría el corazón de su zagala amante, de sonrisas el alma de los niños y los pobres.

 Yo era sólo una caña pero estaba llamada desde siempre a cambiar mi vacío en música, y ser su flauta.

Que el Espíritu de Jesús, - cuyo día celebramos este Domingo - llene nuestro ser, y con Él hagamos sonar la mejor música, la que necesitan nuestros hermanos, la música del AMOR.

VEN, ESPÍRITU DE DIOS, 
SOBRE TODOS  
HOMBRES Y MUJERES.
VEN, ESPÍRITU DE DIOS, 
ENSÉÑANOS 
A DAR FRUTOS 
DE TU MISERICORDIA, 
DE TU AMOR.

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