Un fin de
semana diferente: estimulante, motivador, de convivencia, de trabajo, de pensar
en los niños y niñas del verano 2018.
Nos
adelantamos algunos monitores, no había tiempo que perder, y así cuando
llegaran los que no podían subir el viernes, todos a trabajar.
Pero no fue
así, aunque entre llegar, preparar la casa, hacer la cena y cenar eran las 10’30,
todo parecía una cena de trabajo y por supuesto hasta…, no digo la hora,
seguimos trabajando los de la avanzadilla.
Amaneció
pronto, la cabeza decía que el trabajo era grande y no teníamos tiempo que
perder. Para cuando llegaron los demás, la columna vertebral de la Colonia ya
estaba diseñada, así que distribución de faenas.
Unos
aventureros otearon y descubrieron caminos nuevos, sorprendentes y
maravillosos, como el mismo Valle de Benasque.
El domingo compartimos la Eucaristía con los vecinos de Sesué, nos sentimos muy acogidos y descubrimos la gran participación de la gente del pueblo en la Celebración.
Hablando con ellos nos enteramos que a las 9,20 de la mañana habíamos tenido un leve seísmo, estábamos tan concentrados en las grabaciones de presentación que ni nos dimos cuenta.
En esta fotografía el dedo fue el cura del pueblo y el que está con nosotros empezaba las canciones.
Pero no fue todo trabajar, también desayunamos, comimos, merendamos y cenamos. Con los mimos de la mamá que hizo el bizcocho, de quien guardo los huevos para que los tuviésemos de corral, (estaban buenísimos fritos en el desayuno, algunos hasta se comían dos)
Un fin de semana diferente, fructífero y feliz. ¿NO?
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