CONQUES:
La quinta frontera de Monegros
Julián Abad Caja
Conques es mucho más que un idílico paisaje y una casa
de vacaciones en el valle de Benasque, Conques es la historia maravillosa de una ilusión, un esfuerzo y un éxito
comunitarios. Empezó a materializarse
en el verano de 1970, fecha en que se inauguró el primer turno de colonias. Desde la perspectiva de sus cercanas bodas de oro (2020), afirmo que Conques es uno de los proyectos que más positivamente
está transformando Monegros:
El nacimiento de Conques fue humilde y complicado, pero, con el tesón y
esfuerzo de muchos, la frágil criatura fue creciendo y abriendo las mentes de
las nuevas generaciones hasta desbordar las
fronteras físicas de la comarca y abrir una quinta frontera de Monegros, en la que se ensancha en todas direcciones el horizonte personal
y colectivo de nuestras vidas.
LAS CUATRO EDADES DE CONQUES
Los
protagonistas de esta singular historia “siempre
tuvimos claro- dice Antonio Santamaría- que Conques era y debe seguir siendo una obra de
todos, en la que los individuos no firman
sus colaboraciones, .por muy decisivas que sean, sino que las consideran de propiedad común”. A ese conjunto anónimo lo
llamaré desde ahora: los forjadores de
Conques. Son legión y a casi todos
los que lean esta crónica les vendrán sus nombres a la memoria. Pero ellos, ni
los vivos ni los muertos, quieren otro reconocimiento que la continuidad de su
obra. Las conversaciones con curas,
monitores, cocineras y cooperantes varios me han permitido identificar al personaje colectivo Conques, que es el que habla en estas líneas, sin que podamos
distinguir si su voz es del cura Félix o
del fontanero Gardeta, de Josefina, de las religiosas Carmina y Angelines, de
las cocineras Carmen y Angelita o de Miguelito arreglatodo o del todoterreno
Eusebio. Es simplemente la voz de
Conques, un nombre que carece de singular. Con profunda admiración y respeto, transcribo
en cursiva su relato.
1ª EDAD: Descubrimos un problema.
Hacia 1966,
fruto de nuestras personales inquietudes e impulsados por el aire nuevo del
recién terminado concilio Vaticano II,
varios curas y seglares de la zona
reflexionábamos frecuentemente sobre
cómo cohesionar Monegros, donde cada pueblo vivía de espaldas a los demás y
tenía con ellos una relación más de rivalidad que de cooperación.
Por otra
parte, la reciente creación de los nuevos pueblos de colonización con personas de todas partes que ni siquiera
se conocían entre ellas nos planteaba dos urgencias inaplazables; a) construir un verdadero
pueblo en cada uno de los
asentamientos, que inicialmente eran sólo unas cuantas casas, un aglomerado de familias sin ninguna
raíz común y un nombre: La Cartuja de Monegros, Orillena, Cantalobos, San Juan
del Flumen, San Lorenzo del Flúmen, Montesusín
o Sodeto; b) integrar en pie de igualdad, a los nuevos llegados y la
población autóctona.
2ª EDAD: La solución Conques
Desde el
principio tuvimos claro que debíamos fomentar los contactos amistosos y
frecuentes entre todas las poblaciones de la zona. Aprovechamos el día de la
juventud y las jornadas de los ancianos; pero aquello era a todas luces insuficiente
Nos enteramos por Carmelo
de que su amigo el cura de Leciñena tenía experiencia en organizar colonias
veraniegas para niños y jóvenes. Nos pareció una idea excelente para muestras propósitos. Lo
primero, teníamos que encontrar un lugar atractivo, preferentemente de montaña para que fuera más evidente la nueva faz
del Monegros que queríamos construir, y lo suficiente aislado para respirar naturaleza sin que el bullicio no nos lo
contaminara.
La casualidad
- la Providencia- quiso que topáramos
con el cura de Fonz, empeñado por entonces en buscar una casa en los Pirineos para fines
parecidos a los nuestros. Él había
mirado varios sitios y, finalmente, se quedó para sus colonias con la casa
abadía de Villanova, en el valle de
Benasque. “Pero -nos dijo- hay cerca de aquí un lugar ideal: la casa de Conques,
Hace algún tiempo la dejaron de usar los jesuitas. Ahora está muy deteriorada;
para ponerla en condiciones se necesita mucho esfuerzo y mucho dinero. Yo no me atrevo; si os atrevéis vosotros…”
3ª EDAD: La fragua del carácter propio
Vaya si nos
atrevimos, Lo nuestro fue una osadía,
¡bendita osadía!, No teníamos un duro, carecíamos de experiencia, ninguno de
nosotros tenía el título adecuado, los servicios sanitarios eran deficientes,
las instalaciones precarias, el equipamiento casi inservible, En aquellas condiciones, hoy nos hubieran cerrado
el tingado antes de abrirlo.
Fue
precisamente aquella precariedad la que nos obligó a sacar lo mejor de nosotros
mismos y aumentar nuestra confianza en Dios que elige a los enanos para levantar
obras gigantescas. Y Conques es un ejemplo: las cuatro manos primeras se invirtieron
pronto en cientos de manos que empujaban en la misma dirección. . Éramos ya
irresistibles.
Cada primavera, un batallón de la retaguardia subía de Monegros a Conques, dispuesto a
retejar, reparar tuberías y duchas,
revisar la instalación eléctrica, pintar
o limpiar los palomares y caminos. Cada
verano, los batallones de la
vanguardia de Conques se turnaban o repetían
como directores, monitores, cocineras o pinches.
Nadie cobró
un duro ni reivindicó jornada de ocho horas, Conques era nuestra obra, la de todos, y no
íbamos a pagarnos a nosotros mismos. Pero lo importante no fue remozar la casa,
sino forjar un estilo de vida que
imprime carácter, una forma de
pensar, sentir y actuar en la que nosotros va siempre delante del
yo, el que da es más rico que el que recibe y el que sirve tiene más categoría que el que
es servido.
4ª EDAD Transformamos la casa en una estirpe
Así, a golpe
de salir al encuentro de todos, de abrir nuestras mentes, de no eludir el
trabajo ni el esfuerzo, de compartir, de ayudar y dejarse ayudar, convertimos
Conques en una familia, cuya estirpe está llamada a perpetuarse. Y esta estirpe
de Conques podrá cambiar de casa, pero no cambiará sus valores. Al tener que
abandonar Conques en 2006, algo dentro de nosotros se conmovió, ¡quién no añora
la casa donde nació!, pero el Conques verdadero está dentro de nosotros y se
desplaza con nosotros a dondequiera que vamos: Obarra, Bruis, Oto o
cualquier otro lugar. Cambiamos de domicilio, pero la estirpe de Conques continúa, como muestran
las pañoletas que llevamos al cuello. No queremos perder el nombre ni los
apellidos de nuestra estirpe.
OCHO APELLIDOS DE CONQUES
Con
la película Ocho apellidos vascos, el
cineasta Martínez Lázaro tuvo un éxito resonante, En ella parodia la
pretensión que tienen algunos nacionalistas
de exigir ocho apellidos euskaldunes para
demostrar la pureza racial de un vasco. Lejos de toda parodia y más con más voluntad
de mestizaje que de exclusión de otras experiencias,
enumero a continuación ocho apellidos que definen la genuina naturaleza de
Conques:
1. AMISTAD. Quien llega con amigos, en Conques los multiplica; quien viene sin amigos,
en Conques los fabrica. Hasta tal punto es la amistad un apellido de Conques
que la canción de Roberto Carlos Yo
quiero tener un millón de amigos ha sido adoptada como uno de los himnos favoritos,
2. ALEGRÍA, El simple olor a Conques repele la tristeza.
Cuando alguien se siente deprimido, sus compañeros se acercan a él, le levantan la moral y absorben su pena, como un
secante absorbe la tinta.
3. ASERTIVIDAD. Conques es un gimnasio donde se fortalece
la personalidad, se enseña y donde entrena a los niños para conocerse a sí
mismo y para asumir responsabilidades de acuerdo con las propias capacidades.
4. IGUALDAD. Conques trata a todos con el mismo respeto,
cariño y exigencia, sean: niñas o niños, ricos o pobres, guapos o feos, gordos
o delgados. Nadie sabe si un niño paga
la tasa del turno o se la paga Conques. Antonio
Puyol cuenta que, en uno de los turnos,
el día de los padres, a un niño le entró la morriña y les dijo: "si no
fuera porque no me devolverían las perras, me iría con vosotros a casa”. Precisamente
la cuota de aquel niño había sido pagada por Conques, pero ni él mismo lo
sabía. ¡Con qué orgullo llevamos nuestros apellidos!
5. SUPERACIÓN. En Conques no se permite sestear ni dormirse
en los laureles de lo ya conseguido. Al que alcanza una meta, se le propone
otra más alta. A quien llega a Sanarta, se le invita a subir al Portillón. El
que Conques esté al pie del Aneto y, Oto al pie de Monte Perdido, es el símbolo
de que Conques nos propondrá siempre una
meta más alta.
6. COOPERACIÓN. Todas las cosas de Conques se plantean de modo cooperativo: el
aprendizaje, las decisiones, los juegos,
las acampadas, los fuegos de campamento, los trabajos, las excursiones. Entre todos las cosas salen mejor. ¡Menudo
entrenamiento para la vida adulta!
7. NATURALEZA. Vivir
diez días en contacto con la naturaleza es aprender a amarla y a respetarla. Hasta
para cortar una vara y hacer una
gayata Conques pide permiso al fresno y le da las gracias después. Los monitores
enseñan a respetar animales, plantas y
paisaje y vigilan el cumplimiento de las normas de protección, hasta que se puede
relajar la vigilancia porque los niños
ya aman el medio ambiente y miran con
ternura las ramas de un litonero, los tritones de Baticheles o el nido de un
pájaro.
8. CATEQUESIS PARA LA VIDA. Los valores
cristianos impregnan toda la trayectoria de Conques, Ellos están en la base de
la nueva sociedad que queremos construir, Se atribuye a Laureano, desgraciadamente no puedo preguntarle si de verdad la
dijo, esta frase: “Más se consigue en dos semanas de Conques que en un año de catequesis”.
I CONQUES, MEMORIA
Y FUTURO
El martes 5 de
agosto de 2014, festividad de Nuestra Señora de las Nieves, nos concentramos en
Oto de Broto muchos de los que pertenecemos a la numerosa estirpe de Conques. Un temblor estremeció nuestras entrañas
cuando, con la fuerza portentosa de su garganta y del espíritu de Conques, Elisa
Huerva Asesio, una niña de La Cartuja de Monegros, que aún no tenía diez
años, se arrancó después de comer con esta
descomunal jota encadenada:
Cansado de
ser pequeño,
Monegros
creció hacia el Norte
para retar al
Aneto
en la
frontera de Conques.
De nuestro
Monegros duro
Conques es
quinta frontera,
donde germina
el futuro
en copiosa
sementera.
Todos aplaudimos a rabiar a Elisa, desde el señor
Obispo don Julián y los curas de
Lanaja (José María), Grañén (Antonio) y Robres (Nacho),
hasta los que fueron o son monitores,
cocineras, padres, abuelos y cientos de voluntarios que hacen posible el
milagro de Conques. Elisa nos prestó a todos su prodigiosa voz y, al
aplaudirla, nos estábamos aplaudiendo a nosotros mismos, porque todos los allí
convocados, extasiados por la precoz jotera, en las entretelas del alma
rasgamos nuestras silenciosas bandurrias para acompañarla. Y súbitamente comprendimos
que la estirpe de Conques será inmortal, mientras siga vivo ese admirable voluntariado que, en las duras y en
las maduras, la renueva y vivifica cada
año.
Me ha encantado este reportaje sobre Conques, me ha permitido rememorar aquellos maravillosos días de colonias que pasé allí hace ya algo de más 40 años, el espíritu que se vivía allí queda para siempre en los corazones de quienes estuvimos
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