Juan estaba en el
desierto, como siempre hacía, era un profeta y allí hablaba de las cosas de
Dios.
Un día vio que Jesús
venía hacia él, y no se pudo contener y gritó a todo pulmón: “ESTE ES
EL CORDERO DE
DIOS, EL QUE
QUITA EL PECADO
DEL MUNDO”.
Al decir lo de “Cordero”
no estaba metiéndose con Él, lo que quería decir es que del mismo modo que los
pastores regalaban los corderos a la hora del sacrificio en el Templo, Jesús
era como el regalo de Dios al mundo.
Pregunta a tu catequista, al cura o monja de tu
pueblo, a tus padres o abuelos, quien es Juan el Bautista, qué pasó en el
bautismo de Jesús, cuándo te bautizaron y cómo fue.
Cada uno de nosotros
somos un regalo de Dios para el mundo. Un gran regalo para nuestros padres,
amigos, familia…
Vamos a intentar ser
alegría para cuantos nos rodean, ser sembradores de paz a nuestro alrededor,
repartir cariño y mucho amor a todos. De esa manera conseguiremos ser el mejor
regalo de Dios.
Dios, Padre bueno, gracias por las personas que has
puesto en nuestras vidas, cada una de ellas son el mejor regalo.
Ven el
domingo a Misa, escucha, y
pregunta, sobre el Bautismo, sobre Juan, sobre Jesús, sobre el Espíritu.
(Rezando voy)
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